El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Efectivamente, pero ni dos ni cuatro ni dieciséis, una vida entera tropezando con lo mismo, levantándome y pensando que la próxima vez estaré más atenta, que el camino no se torcerá antes de que me de cuenta, pero el camino esta vez fue hábil y supo engañarme, pero podríamos decir que no hay mal que por bien no venga, porque después de tantas caídas, ya no se te raspan las rodillas al rozar contra el suelo, levantarse es más fácil, una se va a acostumbrando a pasar parte de su vida ahí, sentadita en el suelo.
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